Repta y huye hacia la luz, lector, no hay otra salida.


Fuga de la belleza sin edad

 



Suena a tópico, pero lo veo así. La belleza no tiene edad. Es cambiante, simplemente. Pero lo interesante reside en que en cualquier tiempo es digna y también deslumbrante. 

El árbol nos habla. Aun de esta guisa, nos dice: soy acogedor. Nuestra mirada le devuelve admiración y, sobre todo, gratitud.

Ya sé, sigue diciendo, que soy metáfora para vosotros los humanos. La decadencia y la decrepitud os brindan la imagen oportuna de lo que vosotros nombráis ancianidad. Ved pues, si me consideráis bello, que también vuestra vejez puede ser hermosa.



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