Repta y huye hacia la luz, lector, no hay otra salida.


Fuga del pajarito

 



El pajarito siempre estuvo allí. Con nenes delante o con pareja de novios o con soldadito solo o con chachas de las familias bien. Cerca del barquillero o del barquero, el fotógrafo eternizaba lo pasajero. Señas de identidad humana del parque. Tríada de ilusionistas. Complementarios de los árboles de distintas especies, de los rincones acogedores, del lago y sus patos y peces. 

Siempre me llamó la atención el término eternizar o inmortalizar. ¿Hasta qué punto se eterniza aquello que puede durar más o menos pero que es efímero? ¿Qué eternidad o inmortalidad habita en una instantánea tomada por el fotógrafo? Sin duda la eternidad del recuerdo. Que también es pasajera. La inmortalidad de una constancia testimonial para las nuevas generaciones que jamás o poco conocieron a sus antecesores. 

Pero gracias a las fotografías uno activa sus emociones, que no solo sus recuerdos o la reconstrución imaginaria de un pasado que no conoció o bien olvidó en tantos detalles. Me parece formidable que el fotógrafo tenga su escultura en un parque poblado de recuerdos desde hace casi siglo y medio. Hay días en que me refugio en él. Una verdadera fuga. Pero es que esta clase de fugas te permiten seguir descubriendo. Es decir, percibir lo nuevo. ¿Cómo podría decir que lo tengo todo visto en un parque que cada vez que lo recorro me hace guiños y sugerencias desconocidas?


 


2 comentários:

  1. También me parece merecido que el que inmortalizaba instantes de la vida de los demás, tenga su propia inmortalidad a través de esa estatua. Parece que tienes ojos de observador, si eres hombre, por lo de descubrir en el mismo parque matices nuevos.

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    1. Tengo mirada de humano (aunque sea hombre) y sobre todo mirada curiosa y memoria activa.

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