Repta y huye hacia la luz, lector, no hay otra salida.


Crónica del inicio del día, con una paradoja de John Donne como apoyo anímico





Huele a lluvia, el olor como mensajero. Cuando se ponga a llover pensaré: he aquí la mensajera de la fecundidad. Menos con las alteraciones climáticas que conducen a catástrofe, por supuesto. Entonces aquel viejo refrán Agua del cielo no hace agujero quedará desvalorizado. ¿Habrá que ingeniar nuevos refranes, en tiempo de carencia de ellos, que se ajusten a lo que vamos viviendo? Nadie está por la labor, y aunque muchos refranes del pasado no son aplicables hoy, otros contienen verdades empíricas como puños. Pero el saber del pasado o ya ha fecundado todas las tierras o ha anegado las mentes humanas para siempre, no sé.

Leo con avidez, cada vez más relativa, la prensa que merece la pena, que siempre es la misma, de los digitales casi ninguno me gusta, en ellos falta profesionalidad y cancha de firmas con enjundia; pero es sabido que lo escrito es al gusto y entendederas de cada cual. Leo con el criterio partido, pues he decidido dividir el periódico en dos agrupaciones: noticias preocupantes, con todas sus secuelas y matices, por un lado, y noticias alentadoras, por otro. Así compenso, o lo intento, los sinsabores de una parte con los alicientes de la otra. De la agrupación preocupante, ya se sabe: políticas desquiciantes, enfrentamientos irracionales, guerras terribles, actitudes despreciativas de vendedores de humo, chulerías varias de líderes con pies de barro que sin el sueldo no serían nada, catástrofes de todo tipo. Configuran el lado que me dan ganas de llamar apocalíptico de las secciones del periódico. Del sector alentador destaco las informaciones sobre descubrimientos, investigaciones, avances científicos, valoraciones expresivas, sean de arte o de literatura, o simples noticias sobre comportamientos sencillos de cooperación, ayuda entre humanos, capacidades constructivas, vaya. Veremos lo que da hoy el periódico de sí.

Después siempre me queda el mecanismo de reír. ¿Por qué me río tanto últimamente? Tal vez porque es un sano mecanismo de autodefensa, acaso porque no quiero que la impotencia me corroa, que ya bastante me limita. Uno se tiene por un mísero hombre que apenas sabe dar respuestas a y de sí mismo, y mal. Y digo esto sin menospreciarme sino lo justo. Y sin tenerme por sabio (exultante y exaltada palabra que me pilla grande) El gran John Donne lo dice clarito: "Ride si sapis o puella ride (Ríe jovencita, si eres sabia, ríe); si eres sabio ríe. Puesto que los poderes de discurrir, de razonar, de reír son, todos ellos por igual, solo propios del hombre, ¿por qué el hombre sabio no ha de ser aquel que usa más la risa, de la misma manera que lo es el que emplea más la razón y el discurso?". Etcétera. Se puede encontrar en su obra Paradojas y devociones.





1 comentário:

  1. Se de J. Donne desde jovencita, más nunca lo leí. Añadido que la poesía nunca fue santo de mi devoción. Rebuscaré por la biblioteca a ver si lo “pesco” y ver cómo lo enfoca ahora mi presbítica mirada.
    Reír,y sobre todo de uno mismo me parece que no solo implica caridad hacia la colectividad sino hacia sí mismo. Debe tratarse de sabidurías de humildes que valoran dicha cualidad de manera innata, surgida a golpe de errores pasados y asumidos cuyos orígenes fluctúan en cada individuo según afronté circunstancia.

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