Uno desaparece un tiempo brevísimo, pero reaparece; de pronto se entera de que han desaparecido en ese lapsus unos cuantos poetas. Estos, para siempre. No es cierto. Siguen estando en cada libro que se llena de polvo en unos anaqueles o en un almacén. Tampoco es verdad. Quedan aquellas iluminaciones sobre la vida que transcribieron en unos poemarios. En menor medida en la atención que les prestaron los humanos. Mentira total, no quiero mentirme. No quedan por ninguna parte. Están muertos y ni las letras les salvan. Menos les resucitan. No sé si estos poetas muertos recientemente serán pronto olvidados. El pasado está repleto de nombres que solo se consignan en una relación académica. Eso sin contar con tantos y tantos poetas anónimos. De los versos de amor susurrados al oído de una mujer o un hombre el olvido fue antes.