Repta y huye hacia la luz, lector, no hay otra salida.


Fuga del torso de la diosa




Una vez presencié cómo extraían del subsuelo el torso de una diosa. 

Era tan vívida la escultura que a los arqueólogos les pareció que más bien salía del taller y no de la tierra.

Al ponerla de pie, se dieron cuenta de que allá abajo había quedado fosilizada la marca de su contorno. Lo que la ha acogido durante tantos siglos ha sido una cuna, no una tumba, dijeron perplejos.

Nadie daba crédito a aquella preservación de la belleza. Tiene tan tersa la piel, se oyó comentar. Pero nadie osó palpar el mármol albo. Todos permanecimos arrobados.

2 comentários:

  1. La belleza, cuando es sobrecogedora, suele dejarnos sin palabras. Solemos pensar que las palabras nos permiten reflejar lo que percibimos con los otros sentidos, pero hay sensaciones que no encuentran esa equivalencia en las letras. Un saludo.

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    1. Muy cierto. Pero con imaginación y deducciones tratamos de que las letras encuentren el camino. Saludo.

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