La oscura patria de los sueños ofrece la clara conciencia de las cosas. No es una conciencia aprehensible, sino desatada. Pero nos habla con una honestidad superior y más clarividente de nosotros mismos que la que creemos verdadera, esta otra con la cual racionalizamos con los ojos abiertos una explicación sobre nuestro hecho de ser.
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