Los perros ladran porque les acucia el miedo. Los cascos de los corceles golpean estrepitosos porque no se ven llegar a parte alguna. Los lobos aúllan por ver si otros les dejan territorio abierto. Los gallos despiertan al alba como si fuera a ser el último. Las ovejas se acurrucan entre sí aunando un único balido. Los hombres mezclan lenguas y profieren mil y un insultos para creerse más fuertes. Es la hora en que los grillos callan, no se sabe si por prudencia o por peligro. Solo las lagartijas conocen la verdadera fortaleza de hibernar antes de salir al sol, tan frágil en estos tiempos.
Max. Resulta difícil ser lagartija en estos tiempos. Aunque bien mirado si algún valor tienen los resquicios es que no todos pueden hermetizarse al cien por cien.
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