Repta y huye hacia la luz, lector, no hay otra salida.


Fuga del velamen





Alguien me recuerda, acaso sin pretenderlo, que no hay que caer en vano. Si nos arrastra el viento y el oleaje, que sea con las velas desplegadas, dice una penetrante voz del posibilismo. ¿Del posibilismo? No. De la resistencia, de la asunción, de la adecuación. A los tiempos, a los males, a los límites. De caer, caer, solo cuando el velamen esté totalmente rasgado y la quilla abierta en canal. Me temo que aunque alguien señale que aún es posible un bote de salvamento sea demasiado tarde. Pero aún y todo, ¿no lo intentaríamos? ¿No lo intentaremos?