Aquella mujer habla de dolor causado, aun no queriendo.
Aquel hombre asumió el dolor, aun no queriendo.
Son dos tiempos, dos hombres, no sé si la misma mujer. Una mujer y un hombre son dolor y placer mientras disponen de su propio tiempo. Mientras se tientan para ocupar un espacio. Lo peor es lo etéreo. Que la imaginación suplantara tiempos, espacios, mujer y hombre. Luego todo desaparece y ella es otra y él es otro, pero ambos son los mismos aunque se alejen.
El dolor no tiene fondo nunca. Incluso cuando no duele -o parece que no duele- el olvido no es tal y si das cancha a la memoria sientes que te oprime una extraña orfandad. Y un recuerdo exquisito de un pulso inmaterial.
La memoria es herramienta y excusa. Lo que no pudo ser no fue, no sé si no pudo ser.
(Pero de aquello hace tanto tiempo, piensas...Y qué es el tiempo ante otras intensidades, piensas)