Repta y huye hacia la luz, lector, no hay otra salida.


Fuga de la fe





No tiene fe en los proyectos (cercanos) de los hombres (cercanos) Todo está cambiando en derredor. Y sus ídolos, caídos cuando no derribados hace tiempo, no dieron paso a otros nuevos. Salvo a una brisa de esperanza. Tampoco se aferra al pasado, aunque lo recuerde y se regodee en él. Pero también el pasado era ciego. Va en la nave de Odiseo, tan sometida al oleaje y a cuantos monstruos surjan en la travesía. El estado de la mar no se elige. Siempre es un riesgo. La calma chicha es engañosa. Los seres fantásticos aparecerán (¿han dejado de irrumpir?) con rostros amables o con actitud severa. ¿Qué hacer? Él se dice: al menos seguir sin creer. Aceptar lo que no se ve es siempre una traición a uno mismo. Pero hay que sobrevivir. No amainará la bravura de los acontecimientos. Después de todo, crea o no, va a ser arrastrado por las marejadas, si no devorado por los monstruos. Como todos los hombres.