Repta y huye hacia la luz, lector, no hay otra salida.


Galerna





Me lo cuento a mí mismo: hoy he soñado con una galerna. He soñado que aquel monstruo  -¿qué era: ola salvaje, desplome del cielo, tormenta impetuosa?-  me aupaba hasta lo más alto y me mantenía a flote sorteando mi destino entre la inmensa catarata embravecida. Cuando parecía que iba a expulsarme me engullía del todo. Una vez dentro veía mundos que no conocía. Las ciudades fantásticas sumergidas se apoderaban de mi mirada. De pronto un golpe de viento huracanado empujaba mi cuerpo hacia una de ellas. Las puertas de la muralla de cristal se abrían de golpe y una vestal cubierta por un largo chal transparente venía a mi encuentro chorreando espuma. Alzaba lentamente la prenda y me cubría la cabeza con ella. En ese instante la agitación del océano parecía atemperarse. La servidora de la diosa rozaba mis hombros con sus dedos. Me ardía la piel. Nunca había percibido un sabor tan intenso a sal en mis labios.