Página en blanco
Despierto desde las cinco. La luz
madruga más que ayer.
Despierto
y los pensamientos
farragosos e indecisos
se desplazan
a lo tonto.
Sin planes.
Cuando uno
de esos devaneos llega a incordiarme
lo desplazo con otro y éste a su vez
por un antojo.
No me gusta
que ninguno se instale a estas horas
en el espacio confuso de mi cuerpo.
No quiero que me arañen pensamientos ni ideas
ni secretas
propuestas para el día.
Aquí, ya digo,
a lo tonto. Sin nada
que hacer constar hoy en el diario todavía.
Que hable la luz
que sienta el cuerpo
si le falta hembra.
Sin proyectos ni siquiera con forma de deseo
que esta es hora peligrosa
para aullar.
Mi voz balbucea menos tímida:
olvida el diario y quédate por aquí
como estás.
Zanganeando.