Hay algo tan sorprendente como engañoso cuando el cuarto creciente se va aproximando lentamente a su cenit. Esas noches cercanas en que te parece que la luna ha llegado a su plenitud y que miras con ansiedad su dimensión casi formada del todo. Pero aún queda. Y cuando llegue a ser plenilunio no permanecerá inmóvil. Porque eres tú y los que te rodean en el episodio vida los que fijáis los principios de dinámica o de quietud.
Y hay algo de lejanos y ancestrales cultos que late dentro de cada individuo de estos días. Porque el culto es la admiración. Por lo que no alcanzas, porque aunque te expliques el fenómeno esa plenitud es materia distinta y superior a ti. Porque aunque tú y los tuyos desaparezcáis, como tantos anteriores que pasaron con distinta suerte por el planeta, los astros seguirán a su ritmo, ajenos a cultos, a creencias e incluso a razonamientos.
Si las nubes del cielo no lo impiden dentro de dos días podrás sorprenderte una vez más de una fase lunar tan simbólica como recurrente. Tuvo que ser muy importante y necesario para los primitivos humanos estar pendientes de crecientes y menguantes en el cielo. Por motivos de supervivencia y, por qué no, de estética.
Y sí, hay algo sorprendente cuando observas con atención. Hoy las nubes claras me han traído formas que redondean tu mirada.
ResponderEliminarSoy bichos raro que veo siluetas donde quizás no las hay.
Las nubes pueden acompañar a la luna, pero esta acude puntual a la cita.
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