Escribe mensajes enigmáticos a mujeres que fueron enigmáticas y que él pretende que lo sigan siendo. ¿Qué es una mujer enigmática?, se pregunta cada noche. Tal vez alguien a quien no se conoce lo suficiente, se responde cada amanecer. ¿Y por qué hay que pretender conocer a una mujer enigmática si precisamente su enigma son sus límites velados?, se pregunta por la noche. Tal vez por el propio defecto que uno tiene de no conocerse lo suficiente a sí mismo, y no es copiar la idea socrática, se responde al toque del despertador. ¿No será, pues, la mujer enigmática que sucedió a otra mujer enigmática que tomó el relevo de una enigmática más un producto de los sueños?, inquiere según se desplaza en el autobús que lleva a la ciudad donde no existen mujeres enigmáticas. Los sueños son el enigma, concluye a punto de la última parada. Pero tengo que elegir, se apunta mientras baja al andén, entre el enigma natural del sueño y el enigma que uno crea a imagen controvertida de lo inalcanzable. Elige y se evaporará el polvo del enigma para siempre, dicen por el altavoz.
Buenas noches, acabo de escribirle una carta al heterónimo de Max. La verdad la escribí para mí, como parte de mi sendero de autodescubrimiento. A mí me gustó escribirla, escribir ayuda a limpiar y sanar, creo, y ahora me pregunto si acaso podría gustarle a él leerla. Podría ayudarle también quizás, no sé. Qué piensas??
ResponderEliminarSe me olvidó decir que es una carta de agradecimiento.
ResponderEliminarMax nunca recibió tal carta.
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