Acaso sea un ejercicio inútil, pero con la noche se piensa en la insensata descomposición de la belleza. No me refiero a la apariencia ni a la superficie de un cuerpo ni al cuadro que nos ofrece un paisaje ni a esa incertidumbre llamada arte. Ni siquiera al mundo cotidiano de imágenes en el que naufragamos.
Me refiero a la belleza. Lo que no se ve ni se percibe ni se escucha ni mucho menos se roza.