Repta y huye hacia la luz, lector, no hay otra salida.





Si la niña al que él hacía rabiar se reencarnase ahora. No sé por qué, le diría. No sé por qué la tenía tomada contigo. Superada por él aquella extraña manía, olvidado por ella desde entonces. Sin saber si aquella pulsión entre atracción y rechazo era más que un vínculo. Necesitaría el tiempo como medida de aquellos años de la inocencia, que no lo eran del todo. Si la encontrara ahora. Probablemente la besaría para resarcirla. Una solicitud de perdón que le permitiera ir cerrando cuentas pendientes. Las más lejanas. Las más cándidas. No por ello menos injustas.