Repta y huye hacia la luz, lector, no hay otra salida.


Fuga del prefijo




Su tiempo personal lo percibe bastante desconcertado, temeroso, controvertido. No tanto por una visión del mundo, de lo lejano y de lo cercano, donde él ocupa un lugar y no puede dejar de sentir otros espacios. Tiene una perentoria necesidad de despolitizarse, desculturizarse, desprejuiciarse, desapuntarse, de domeñar el animal huérfano que reivindica otro origen. No sabe cómo puede aplicar el prefijo des-, si a través de relativizar cada vez más todo, o de la indolencia, o del nihilismo, o de esa forma mezquina de nuestros días que es la posesión por la posesión de pequeños bienes y entretenimientos. O si debe procurarse un equilibrio con cada ingrediente. Es lo que tiene la angustia del que se autodesposee.  La libertad interior exige tanto que a veces hace pensar que su reino es el de la propia anulación. Maldita la gracia, Marsias.