Repta y huye hacia la luz, lector, no hay otra salida.


Dificultades




No solamente tratamos de hablar y entendernos con los otros, sino que nos vemos abocados a enfrentarnos con los otros de los otros. De ahí que lo ordinario es que haya un plano de superficie en la comunicación, que es útil para convivir, esto es, intercambiar favores y satisfacer necesidades. Cuando queremos saber más del otro y le brindamos un cierto grado de nuestra desnudez para que nos conozca mejor podemos encontrarnos con un muro. No ofrecemos nada de nosotros mismos si no es a cambio de al menos conseguir que el otro nos escuche y en cierto grado nos acepte. Cada uno preserva al otro o a los otros que moran en él. De tal modo que avanzar en una comunicación más íntima puede durar toda la vida y lo común es que el esfuerzo nos canse y el conocimiento quede demediado. Cuando el otro nos muestra con generosidad al otro o a los otros de dentro de sí avanzamos en una especie de fraternidad compartida. Eso sí, contenida. Pues todos somos tan celosos, esto es, tan acomplejados de nuestra limitada libertad...(Aquí llamo libertad a nuestros recursos y la capacidad de controlar las situaciones con ellos)