Repta y huye hacia la luz, lector, no hay otra salida.


Fuga del transcurso




Se sabe aspirando solo a una cierta tranquilidad. Sin conflicto, sin mayores pretensiones que sentirse a cobijo del invierno, el de fuera y el de su interior. Los días pasan y él se enmaraña en un vértigo huidizo. La vida no es ya -no ha sido nunca algo diferente- otra cosa sino mero transcurso. Acechanzas, temores, perspectivas y compases inevitables, incluso baldíos. Esa persecución de la nostalgia de lo que se fue. Cuando cada vez apenas sabe ni puede rescatar algo equivalente. Las posibilidades no son más que cuerpos no nacidos dentro del propio cuerpo. Optar, elegir, siempre es un crimen por el que penamos la condena del tiempo.